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El arroz, pieza clave en la soberanía alimentaria en Costa de Marfil

El arroz (Oryza sativa) es una planta esencial para el ser humano. Como detalla la FAO (Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), el cereal es una de las mayores industrias agroalimentarias del mundo. La organización estima que en 2017 la producción se situaba en torno a los 754,6 millones de toneladas (500,8 millones de toneladas de arroz elaborado, frente a los 450 millones de 2010).

África genera expectativas positivas en cuanto a la producción arrocera, superando en 2017 el récord de producción de 2016 en un 1%, para alcanzar los 31,1 millones de toneladas. África Occidental, gracias a las abundantes lluvias que han permitido a los productores, mediante una expansión de las siembras, rentabilizar los atractivos precios y los programas de asistencia gubernamentales, es particularmente interesante para el sector.

El arroz es el alimento básico principal para 17 países de Asia y el Pacífico, para nueve de América y para ocho africanos, y proporciona el 20% del suministro de energía alimentaria del mundo —contra el 19% del trigo y el 5% del maíz—. En África en su conjunto, sin embargo, esta cantidad no llega al 10%, a pesar de que países como Madagascar —con casi un 50% de las calorías aportadas por este cereal— o Costa de Marfil —alrededor del 35%— destaquen por encima de la media mundial. 

Con estos consumos tan elevados, la inversión en cultivo y en eficiencia en la producción, además de en la regulación del mercado del arroz, se antojan necesarias para el continente. En el caso concreto de Costa de Marfil, es la ONDR (Oficina Nacional de Desarrollo del Cultivo del Arroz) la entidad pública encargada de apoyar a los actores involucrados directa o indirectamente en este sector y de crear las condiciones durables para su desarrollo, con el fin último de lograr la autosuficiencia.

La ONDR quiere lograr la autosuficiencia y que la producción sea capaz de satisfacer la demanda nacional, objetivo que espera cumplir a principios de 2018

Para el marfileño Yacouba Dembelé, director de la ONDR, el arroz es vertebral para su país, no solo desde un punto de vista económico, sino también social: «El desarrollo en este sector no es una cuestión de producción, sino de soberanía; la escasez de producción arrocera impacta en multitud de actividades económicas accesorias, en el empleo, y puede general muchos problemas sociales». Costa de Marfil no produce tanto arroz como consume y para el gobierno del presidente Alassane Ouattara y la ONDR esto supone un problema: «El país produce actualmente 1 400 000 toneladas de arroz al año, pero consume 1 800 000».

La situación precedente, antes de que la ONDR iniciara su plan a dos fases para garantizar la seguridad alimentaria en el sector del arroz, era muy distinta. Como desgrana Dembelé, «anteriormente los medios de transformación eran muy precarios y la falta de capacidad para absorber la producción desincentivaba a los productores. Comenzamos instalando cien puntos de transformación y pasamos de los 300 a los 10 000 kg diarios de producción». En esta la primera fase de su estrategia, la ONDR quiere lograr la autosuficiencia y que la producción sea capaz de satisfacer la demanda nacional, objetivo que espera cumplir a principios de 2018 cuando culmine la construcción de 30 nuevas plantas de transformación, con capacidades de 25 000 kg por día. «Desde que comenzamos la instalación de estas plantas, hemos doblado la producción en algunas regiones porque los agricultores tienen la garantía de que su producción va a ser absorbida y de que verán sus esfuerzos y su trabajo recompensados», añade Dembelé.  

Además de el aumento de la capacidad transformadora, un reto añadido al sector corresponde a la adaptación al cambio climático. Como comenta el responsable de la ONDR, «Costa de Marfil solo cuenta con un 20% de cultivo de arroz irrigado. Un 70% es cultivo de secano, dependiente de las lluvias estacionales, y otro 10% por inundación». Para Dembelé, estas cifras dejan clara la vulnerabilidad del sector ante un régimen de lluvias cambiante e imprevisible. ¿La solución?: «Debemos invertir en infraestructura, en presas, en canalizaciones, y para ello necesitamos la experiencia de países punteros en sectores como el arroz, el de las infraestructuras o el de la ingeniería, como es España», país cuyas empresas ya han intervenido en infraestructuras hidráulicas en Costa de Marfil, aunque muy por debajo de su potencial.  

La mecanización es otro de los retos de la oficina, para lo que se ha establecido un centro de mecanización para reducir costes y poner a disposición de los productores maquinaria accesible y de calidad, además de otros productos como semillas y fertilizantes para aumentar la producción.  

La segunda pata de la estrategia de la ONDR es el almacenamiento. La oficina está en conversaciones con la India para colaborar en un proyecto que busca ampliar el número de silos en Costa de Marfil para, al acumular mayor grano, garantizar la oferta y poder reaccionar antes catástrofes o calamidades, además de poder influir sobre la oferta de arroz y sobre su precio. Según Dembelé, este objetivo será realidad en 2018.

«España tiene que tener un papel más activo en el desarrollo de la industria arrocera marfileña» 

Con la estructura de producción actual, lograr las dos cosechas anuales que ansía la ONDR sería inviable y Costa de Marfil tendría que conformarse con la única cosecha anual actual, sometida a los condicionantes climáticos que ponen en riesgo la soberanía y la seguridad alimentaria del país.

Para evitarlo, la oficina se concentra en la inversión en irrigación e infraestructura hidráulica, y ve en España un ejemplo a seguir y un socio de futuro. Dembelé no duda en nombrar un proyecto de la FAO, financiado por España, por el que se han creado sinergias entre productores, transformadores y distribuidores —actores que hasta ahora vivían de espaldas el uno del otro—, permitiendo aumentar la producción en algunas áreas en más del 700%. Este proyecto constituye una buena práctica que está siendo replicada en la región.

 Pero, para Dembelé, España tiene que tener un papel más activo en el desarrollo de la industria arrocera marfileña, «tiene que aprovechar su experiencia y no dejar pasar las oportunidades, tanto en la adquisición de maquinaria como en transformación o en construcción de infraestructuras, que se abren en Costa de Marfil. Y sentencia: «Ahora es el momento».

 

Por Alejandro Dorado Nájera. @DoradoAlex