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El liderazgo femenino en África del Norte

La historia del liderazgo de mujeres en el mundo árabe no es para nada reciente, muchas han luchado para impulsar una mayor presencia de las voces femeninas en la región, y gracias a este trabajo otras/os ahora entienden que este liderazgo no solo es importante, sino que es necesario, que nos beneficia a todos, y que no debe darse en solitario sino mediante un trabajo conjunto y en igualdad con los hombres .

Las mujeres árabes vienen pisando fuerte, son luchadoras, decididas, optimistas y están rebosantes de energía; científicas, activistas, juezas o asesoras de organismos internacionales, son sobre todo muy generosas. Muchas de ellas han decidido dedicar su vida a hacer efectivo este liderazgo a través de la defensa de los derechos humanos de otras mujeres, la búsqueda de su participación en la vida política o económica, el logro de su emancipación o una mayor protección frente a la violencia y/o el machismo .
Sin embargo, tras la llamada “Primavera Árabe”, ellas son las principales perdedoras de derechos humanos de la región, ya que el auge de los grupos islamistas ha acabado postergando su reconocimiento. Según una encuesta de la Thomson Reuters Foundati, realizada en 22 países, Egipto seria el peor país árabe para ser mujer debido al continuo acoso sexual, los altos índices de mutilación genital femenina o un aumento de la violencia tras los levantamientos que se produjeron. Y es que tal y como dice la columnista egipcia Mona Eltahawy, cuando comentaba a la fundación autora del estudio “las mujeres tienen una doble revolución, una contra los diversos dictadores que han arruinado nuestros países y la otra contra una mezcla tóxica de la cultura y la religión que arruinan nuestras vidas como mujeres”. Irak ocupa el segundo peor  puesto para ser mujer, seguido de países como Arabia Saudí, Siria o Yemen . Por esta misma razon, se hace tan importante el liderazgo femenino.
Sanaa Seif, hermana del conocido bloguero Alaa Abdelfatah, icono de la revolución de 2011, y Salam, abogada que trabaja para la ONG Iniciativa Egipcia de Derechos Personales, son dos destacadas activistas egipcias condenadas a tres años de cárcel  por incumplir la ley de protestas y manifestarse frente al palacio presidencial en junio de 2014, (quitar y) que este mes de septiembre fueron indultadas por el presidente Abdelfatah al Sisi, (junto con otros 358 presos activistas y periodistas del canal catarí Al Yazira) por motivo de la fiesta del sacrificio (Aid al Adha) .
Sanaa Seif tenía 17 años de edad cuando la revolución irrumpió en las calles de Egipto en 2011. A pesar de la tradición activista en la familia, hija de un destacado abogado de derechos humanos (fundador del Centro de Derecho Hisham Mubarak y activista Ahmed Abo Seif, que murió en agosto) y de Sanaa, Laila Soueif, profesora en la Universidad de El Cairo y líder del Movimiento 9 de Marzo que promueve la libertad académica en Egipto; los continuos encarcelamientos de su padre durante su niñez harían que en un principio no participase en manifestaciones .
Fue al ir por primera vez a una protesta en favor de Khaled Said, un joven egipcio que se vio brutalmente golpeado hasta la muerte por la policía en Alejandría en 2010, cuando surgió su activismo; al tiempo que irá desarrollando un gran interés en las malas condiciones de vida de sus compatriotas. Al igual que muchos otros jóvenes egipcios,  abrazó totalmente el espíritu de la revolución de enero de 2011, y su solidaridad, amabilidad con la gente y fuerza de voluntad, pronto la convertirían, en el transcurso de los últimos cuatro años, en la cara de Sanaa, más que su nombre de la familia ahora símbolo de resistencia y del espíritu revolucionario de los que formaban parte de las protestas de la Plaza Tahrir de El Cairo .
Yara Salam, es gerente del Programa de Mujeres Defensoras de Derechos Humanos en Nazra sobre Estudios Feministas; el primer programa en Egipto que se centra en las defensoras de derechos humanos en el país. Pero esto no es nuevo para ella, ya que anteriormente había trabajado como profesional en el asistente legal de la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos (CADHP) en Gambia, entre otras organizaciones de investigación sobre la temática. A pesar de juventud, su carrera constata toda una trayectoria dedicada a la defensa de los derechos humanos, algo que como demuestra su encarcelamiento no se queda meramente en el ámbito institucional sino que se manifiesta en la calle a través del activismo. Fue a los 15 años cuando empezó a participar como voluntaria en una organización que trabaja con niños, posteriormente su interés por la defensa de los más desfavorecidos le llevaría a graduarse en derecho y a ser un símbolo del liderazgo femenino en Egipto .
Khadija Ryadi ya desde la adolescencia mostró un enorme interés por formar parte de manera activa en las reivindicaciones de la sociedad marroquí al darse cuenta de las numerosas injusticias que, por el simple hecho de ser mujer, se viven en su país. Esta activista, hija de un resistente torturado, que tiene más de 30 años de experiencia como defensora de AMDH y como líder de la Coordinadora Magrebí de Organizaciones de Derechos Humanos (CMODH), ha recibido recientemente (2013) el premio de Derechos Humanos de las Naciones Unidas por su activismo en diferente ámbitos como la lucha contra la tortura o el maltrato policial .
Pero no es solo lo que ha conseguido a través de su lucha, ya que el menor de sus hijos, Montasser Drissi, se convirtió en uno de los líderes de la “primavera árabe marroquí” al hacer un llamamiento a la revolución a través de un video en YouTube para las protestas de febrero de 2011, en las que se pedía una mayor apertura al régimen. Sobre el activismo de su hijo ella expresa que no podría estar  más orgullosa, ya que no solo lucha por los derechos humanos de otras personas, sino que además ha sabido educar en valores a próximas generaciones, dejando de este modo su mayor legado, “Me tranquiliza ver que mis hijos siguen este mismo camino para cambiar la sociedad y para que nuestro país avance. Los tres somos cómplices en la lucha” .
En Túnez y Argelia, algo más alejado de la “Primavera árabe”, hemos conocido la llamada “Revolución de las piernas desnudas”, producto del rechazo de un médico a revisar a una joven argelina estudiante de derecho debido a que la falda que llevaba no le cubría del todo las rodillas. Tras el suceso un grupo de ciudadanas tunecinas, convocadas por la Liga para la Defensa de la Laicidad y las Libertades (LDLL) en la avenida Habib Burguiba (escenario de las manifestaciones que derrocaron la dictadura de Zin el Abidin Ben Ali), reivindicaron el derecho de las mujeres sobre su propio cuerpo como una forma de solidaridad tanto con sus vecinas argelinas, como con todas las mujeres oprimidas del mundo, pero sobre todo y en este contexto, las musulmanas .
Una de las primeras en acudir a este llamamiento fue la cineasta y periodista argelina Sofia Djama, quien impulsaría el movimiento con la creación de una página de Facebook, “Mi dignidad no tiene la longitud de mi falda”, pirateada por criptoislamistas tapando los muslos de las mujeres argelinas con una bandera negra de Daesh  (acrónimo en árabe del grupo terrorista Estado Islámico). A esto le siguió una contra campaña islamo-conservadora titulada “Sé un hombre y vela a tus mujeres”. Pero la solidaridad no se hizo esperar en Túnez de la mano de mujeres como la bloguera tunecina Lina Ben Mhenni, una de las participantes en las concentraciones, quien llegaría a afirmar “la minifalda existe en Túnez desde mucho antes que el velo, hay una importante regresión des la llegada de los islamista”. A esto se añade que, junto a Najet Bayoudh y las ya citadas, el principal artífice es un hombre Rachid ben Othman, presidente de la LDLL, que ha pedido incluso que se proclame un Día Mundial de la Minifalda , lo que demuestra la voluntad de muchos hombres por acompañar la evolución del liderazgo femenino en la región.
“En Argelia se han hecho avances en materia jurídica, pero en la vida cotidiana no hay ningún cambio”, precisa Dalila Taleb, ex diputada socialista argelina.
Las protestas acontecidas no son una simple pataleta de estas mujeres por exhibir su belleza, se trataba de reivindicar su derecho a decidir, ya que, tal y como reza la Constitución tunecina, los hombres y mujeres “tienen los mismos derechos y deberes, sin discriminación”.