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George Weah: de futbolista a presidente de Liberia

Reuven Rivlin with George Mena Wah, February 2019 / Wikipedia Commons

Liberia, en la costa oeste de África, es la república más antigua del continente. Con capital en Monrovia y con más de 4 millones de habitantes, Liberia ocupa el puesto 177 de 180 países en el Índice de Desarrollo Humano. Los esclavos estadounidenses liberados fueron los responsables de fundar el país en 1847, evento que le dio nombre: Liberia proviene del latín «liber» que significa «libre». La mayoría de la población está compuesta por africanos indígenas, siendo una minoría los descendientes de esclavos. Su economía, que depende de la exportación de bienes como hierro, oro o diamantes, resurgió a partir de 2010 gracias a que estos productos se revalorizaron en el mercado internacional a la fácil salida marítima por el Océano Atlántico que le brinda su geografía. La situación económica así como las expectativas de crecimiento a medio y largo plazo en Liberia dependen mucho de la estabilidad política que, al contrario que en la actualidad, no siempre ha reinado en el país. Para entender su influencia, se debe echar la vista atrás unos años para asomarnos a la etapa más frágil del país, que se remonta a 1989 con la Primera Guerra Civil Liberiana, y conocer la historia reciente para analizar el presente.

Después de dos guerras civiles (1989-1996 y 1999-2003) y 14 años de sufrimiento, el país quedó devastado económicamente y con mucho trabajo de recuperación por delante. La Segunda Guerra Civil estalló en el año 1999: el presidente Charles Taylor, que había tomado el poder durante la Primera Guerra Civil, se enfrentaba, junto a sus fuerzas militares, al frente llamado anti-Taylor. Mientras los dos campos se enfrentaban, los abusos y violaciones de derecho humanos se multiplicaron: abusos sexuales a miles de mujeres, jóvenes y niños alistados como soldados para luchar con sus respectivos ejércitos o miles de personas huidas de a la capital, de las ciudades y de zonas rurales y refugiadas en campamentos.

A raíz de este conflicto, la activista liberiana Leymah Gbowee decidió revelarse uniendo mujeres para manifestarse en contra de la guerra. Gbowee logró formar un grupo de liberianas, musulmanas y cristianas, que difundieron su discurso a través de la radio y diferentes manifestaciones. Esta toma de conciencia hizo que muchas mujeres exiliadas en Monrovia decidieron unirse a ellas para expresarse en favor de la paz. A medida que la presión pública seguía aumentando y con la violencia y desorden en escalada constante, especialmente en Monrovia, Charles Taylor se vio obligado a firmar un acuerdo de paz en 2003. Entre las medidas pactadas, Charles Taylor aceptaba renunciar a la presidencia y se exilió en Nigeria hasta que fue encarcelado por la Corte Internacional de Justicia, condenado a 50 años de prisión que sigue cumpliendo actualmente en Inglaterra.

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Playa en Crown Hill, Monrovia, Liberia. Foto: PROAbby flat-coat, Flikr.

El 23 de noviembre de 2005 tuvieron lugar elecciones, esta vez  democráticas, y Ellen Johnson Sirleaf, también conocida como la «Dama de Hierro», se convertía en la primera mujer presidente de África. Política y economista, Johnson nació en Monrovia en 1938. En las elecciones nacionales de 1985, hizo campaña para obtener un escaño en el Senado y, al criticar abiertamente al gobierno militar, la arrestaron y condenaron a 10 años de prisión. Al poco tiempo fue liberada y se le dio la oportunidad de exiliarse. Así, decidió irse y vivió durante 12 años entre Kenia y Estados Unidos, lo cual fue visto por muchos ciudadanos de Liberia como una huida. Las expectativas tras su elección fueron encontradas, precisamente a causa de su exilio, ya que muchos ponían en duda su capacidad de liderar a un país del que se había despegado durante tantos años. En términos generales, y teniendo en cuenta que el país se encontraba en una época y situación complicada, Johnson cumplió con su cometido. No obstante, se especula que a pesar de sus esfuerzos por consolidar la paz y saldar la deuda a la que se enfrentaba Liberia, la presidenta podría haber ido más allá. Cabe destacar que además de los desafíos ya nombrados a los que tuvo que hacer frente Johnson, la enfermedad del Ébola llego a Liberia en el año 2014, llevándose por delante la vida de 4 800 liberianos. La epidemia paralizó la economía, lo que supuso un retroceso y un gran coste de oportunidad para el en lo que a crecimiento y desarrollo se refiere, viéndose obligado a adaptarse a una actividad económica disminuida. Después de 12 años en el poder, y con un Premio Nobel de la Paz (2011) a la espalda, Johnson renunció al cargo días después de ser expulsada por su propio partido político por, supuestamente, no apoyar al candidato a sucederla, Joseph Boakai.

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Presidenta Ellen Johnson Sirleaf (2005-2018). Foto, Aktiv I Oslo.no, Flikr.

En la primera elección dirigida enteramente por las instituciones del país, cuya segunda vuelta se celebró el pasado 26 de diciembre de 2017, George Weah se hacía con la mayoría de los votos, convirtiéndose así en el nuevo presidente de Liberia. El nuevo presidente nació en Monrovia en 1966, en un barrio pobre en el que aprendió a jugar al fútbol, deporte que le servía como vía de escape y que le llevaría a ser el único jugador africano reconocido con un Balón de Oro (1995). Fue un talentoso delantero y, gracias a su carrera como futbolista, fue capaz de sacar adelante a su familia y llevarla consigo a Nueva York, aunque sin perder los lazos con su tierra natal.

Su carrera política comenzó tras la renuncia al poder de Charles Taylor, cuando Weah regresó a Liberia y se postuló para ser presidente por primera vez en las elecciones de 2005, finalmente siendo derrotado por Johnson Sirleaf en la segunda ronda. «Preparación vs popularidad» era el eslogan popular en la víspera de estas elecciones: frente a la Johnson Sirleaf educada en Harvard, la falta de un diploma de escuela secundaria de Weah, junto con su inexperiencia política, lo convirtieron en un blanco fácil. Aunque vio decepcionadas sus expectativas de nuevo al postularse como vicepresidente en las presidenciales de 2011 en las que Johnson Sirleaf logró la reelección, sus intentos no cesaron y en 2014 logró su asiento como senador en las elecciones senatoriales por el condado de Montserrado. Desde entonces, ha sabido inspirar a las multitudes con charlas motivacionales, aprovechando sus propios antecedentes de pobreza y rechazando las afirmaciones de sus oponentes de que, a los 51 años, seguía siendo políticamente inexperto para liderar. «Cuando me embarqué en mi viaje como jugador profesional de fútbol escuché la misma negatividad. Muchos críticos dijeron que no lo conseguiría. Muchos sugirieron que sería un fracaso, pero no los escuché. Hoy, aquellos que lo dijeron ahora me llaman ‘jefe’», dijo en Monrovia en agosto del 2017, según AllAfrica.com.

Después de dos intentos fallidos de 2005 y 2011, la tercera fue la vencida para el exfutbolista el pasado 26 de diciembre tras acaparar el 61.5% de los votos frente a su adversario Joseph Boakai. El 22 de enero prestaba juramento y asumía oficialmente el cargo frente a 35 000 personas en un campo que el exfutbolista conoce bien, el estadio Samuel Kanyon Doe, donde juega el equipo nacional de fútbol. Resultó ser un momento histórico en el país, puesto que se trataba de la primera transferencia democrática pacífica de poder desde 1944, cuando el presidente Edwin Barclay fue reemplazado por William Tubman. Weah aprovechó para pronunciar sus primeras palabras como presidente: «Esta ceremonia marca el paso de testigo de un gobierno elegido democráticamente a otro, pero también de una generación a otra. Esto confirma que la democracia existe en Liberia. Me aseguraré de que continúe siendo así». También se comprometía a «mejorar las vidas de los liberianos», basándose en el progreso realizado por la saliente presidenta Ellen Johnson Sirleaf. Hizo un llamamiento a todos sus ciudadanos para que le ayudaran con esta tarea y destacó los vínculos entre su país y sus socios extranjeros estadounidenses, europeos, chinos y africanos. El día después de su toma de posesión, el nuevo presidente liberiano nombró a los primeros miembros de su gabinete. Entre otros, Gbezohngar Findley, exsenador del condado de Grand Bassa, se convertía en Ministro de Relaciones Exteriores; Samuel Tweah era nombrado Ministro de Finanzas y Desarrollo; Charles Gibson tomaba la cartera de Justicia; y Lenn Eugene Nagbe era nombrado al cargo del Departamento de Educación. Una semana después anunciaba que, con efecto inmediato, iba a reducir su salario y sus primas en un 25%, animando y pidiendo a los parlamentarios que hicieran lo mismo frente a las dificultades económicas que atraviesa el país.

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Capitol Building en Monrovia, Liberia, sede del Parlamento liberiano. Foto: fayze3, Flikr.

En la agenda política de Weah, la lucha contra la corrupción está la primera de la lista y para ello será necesario que la UE le apoye en este proceso. Junto a la estabilización política y la consolidación de la democracia en el país, debe haber un compromiso económico sin vacilaciones, para que este país pueda volver a su cauce inicial. El crecimiento que ha habido desde 2015 está basado principalmente en la producción de caucho y la explotación de minerales y se puede comprobar que la economía se está recuperando lentamente. Con un 64% de la población por debajo de la línea de pobreza marcada por el Programa Mundial de Alimentos, el país, donde la existe corrupción generalizada, sigue enfrentándose a retos mayores. A pesar de ser aún muy impreciso, Weah ha prometido abordar estos puntos débiles en una hoja de ruta pavimentada con buenas intenciones, inspirada en los Objetivos de Desarrollo del Milenio de las Naciones Unidas. Dada la situación actual en Liberia, el camino será largo debido a las duras condiciones económicas y sociales imperantes allí. Su economía depende de las exportaciones de materias primas y se necesitarán trabajadores calificados para revertir esta orientación. El problema se presenta con la cantidad de jóvenes liberianos que no han tenido acceso a una educación debido a las dos guerras civiles que sufrió el país no hace tanto. Aunque es un proceso que tomará tiempo y dará sus frutos lentamente, éste es uno de los mayores desafíos para el presidente.

No obstante, Weah primero debe enfrentarse a lo que él mismo llama una «emergencia presupuestaria»: pagar los salarios de los funcionarios. El presidente necesita 61 millones de euros para los próximos tres meses, cifra alarmante pero que él mismo justifica por la mala gestión precedente y la inestabilidad social y política. Para revivir la economía de Liberia, George Weah dice que tiene un plan que no puede implementar antes de resolver los problemas fiscales inmediatos. El líder de Liberia espera el apoyo de «países amigos» para poder consolidar el cambio democrático, con el objetivo de buscar recursos externos para construir las infraestructuras necesarias: carreteras, hospitales o escuelas. También quiere animar a inversores a que regresen para establecerse en el país. Para ello, tiene la intención de revisar la Constitución, que prohíbe la doble nacionalidad. Según Weah, permitiendo que los extranjeros obtengan la nacionalidad liberiana, se consigue que la gente quiera trabajar y contribuir al desarrollo del país.

El presidente liberiano es consciente, y así lo ha hecho saber, de la complejidad de la tarea a la que se enfrenta y por ello quiso alentar y tranquilizar a los ciudadanos en un discurso reciente diciendo: «Quiero vivir en Liberia por mucho tiempo, no quiero ser un presidente que se exilie después de su mandato. Es por eso por lo que haré bien mi trabajo».