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Uno de cada cuatro latinoamericanos es afrodescendiente

Photo by Anette Bratteberg on Unsplash

Por Bosco Kiessling

Por afrodescendiente se entiende a toda aquella persona que tenga un antepasado aunque sea desde hace siglos. Desde el inicio del siglo XXI, este término ha vivido un importante auge como herramienta en la lucha contra el racismo. En Latinoamérica, la mayor parte de este grupo procede de africanos que fueron llevados a la fuerza al Nuevo Continente como esclavos entre los siglos XVI y XIX.

Ahora, según datos de la ONU, uno de cada cuatro latinoamericanos se identifica como afrodescendiente, esto sumaría unas 133 millones de personas con un sentimiento de conexión directa con África. Pero, además de este origen común, comparten un mismo pack de problemas; sus luchas por derechos económicos, sociales, culturales, civiles y políticos no ha terminado.

Según el Informe de las organizaciones de la población afrodescendiente de América Latina publicado por el SEGIB en 2016, la concentración más grande de afrodescendientes, está en Brasil, seguida por Colombia, Venezuela, República Dominicana, Cuba y Panamá. Todos estos países, trabajan para promover la protección, el respeto y la ejecución de los derechos humanos y libertades fundamentales y lo hacen, sobretodo, en tres frentes. Para lograr este objetivo, es primordial la educación, para crear una concienciación, conocimiento y respeto hacia los afrodescendientes. También es importante el apoyo de los marcos jurídicos nacionales e internacionales, que llegaría a ser la Convención Internacional para la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial. Por último, también es esencial desarrollar, honrar y preservar la memoria histórica de los afrodescendientes.

Los afrodescendientes llevan desde los años 60 luchando por sus derechos en Estados Unidos, pero tras más de medio siglo de reclamaciones siguen sufriendo discriminación. Pero los riesgos de exclusión social de la población afrodescendiente se extienden por todo el continente americano. La afrodescendencia suele ser un grupo social que estadísticamente sufre más pobreza extrema y, de media, están un 2,5 más propuestos a vivir en pobreza.

En el 2014, la asamblea general de la ONU, en su resolución 68/237, proclamó el Decenio Internacional para afrodescendientes (2015-2024), con el objetivo de regularizar las normas y reducir la discriminación lo máximo posible de afrodescendientes en los países latinoamericanos.

Los casos de México, Guatemala y Brasil

“La afrodescendencia supone un 1,2%  de la población de México, de los cuales aproximadamente 705 000 son mujeres y 777 000 son hombres”, nos cuenta Armando Saldanha, reconocido chef que tiene 2 restaurantes establecimientos gastronómicos en Tenerife. La mayoría de los afro-mexicanos, viven concentrados en una zona geográfica, que llegaría a ser en la costa sur de Océano Pacífico y Golfo de Méjico. También están en las regiones de grandes cuencas, como la de la depresión Balsas, Cuenca del Papaloapan y Grijalva-Usumacinta, en los estados de Michoacán, Guerrero, Oaxacan, Chiapas, Tabasco y Veracruz de Ignacio de la Llave.

Jesús Fernández, funcionario de la ONU guatemalteco, nos comenta que hay una población que se llama Garifuna en la que descendientes africanos son una amplía mayoría. También nos explica que, como ocurre en México, la mayoría de la afrodescendencia habita en áreas muy especificas del país, pero son un grupo muy minoritario, de unos 5 045 miembros.  La mayoría de los afrodescendientes que viven en el país, están en Izabal o cerca de Roatana, en la frontera con Honduras. Esta mayor concentración en zonas específicas permite que la discriminación sea mínima. “La sociedad guatemalteca es multiétnica con fuertes influencias y mayoría ladina y maya. Aunque las diferencias sociales son muy notables”, explica Fernández.

Brasil es el país más grandes de Latinoamérica, en la que se encuentra la población más grande de afrodescendientes. El Dr. Mario A. Cendesi Jr, médico brasileño, nos comenta que en 2019 un 56,10% de los brasileños se definía como afrodescendiente, y unos 19,2 millones se declara un una mezcla entre negros y blancos. Un 82% vive en zona urbana y un 18% en zona rural. Por regiones, la mayor concentración de afrodescendientes la encontramos en la región Norte, donde son casi el 80% de la población. “En los últimos años, los derechos han mejorado, ofreciendo acceso a la universidad y con oportunidades de trabajo, pero de manera general, tienen, históricamente, menos acceso a estudios y trabajo (incluso sueldos más bajos)”, explica el médico brasileño. En el entorno del Dr. Cendesi, él no ve mucha discriminación ya que, al ser médico, su círculo más cercano tiene un alto nivel educativo, que para él reduce el grado de discriminación, pero aún así admite que hay mucha discriminación en su país.

Infografía del IBGE de 2017

En general los afrodescendientes siguen luchando por sus derechos. Pese a todas las leyes implementadas por posiciones altas, seguimos intentando que la gente aprenda de que somos iguales ignorando el color de piel”, añade Cendesi.

La religión, una muestra de diversidad

La afrodescendencia de Latinoamérica puede ser de gran ayuda para aumentar la diversidad cultural. Su presencia eleva los número de diferentes religiones practicadas y se puede apreciar a la hora de vivir ahí. Una investigación realizada en 1995 llamada Data Folha, habla sobre el número de afrodescendientes en Brasil y las diferentes religiones practicadas.

Se estima que el 30% es católico, un 20% es católico que frecuenta otras religiones, otro 20% practica las religiones afro, un 5% las religiones espiritistas, otro 20% las religiones evangélicas y el último 5% no expresa su inclinación religiosa. Esta gran diversidad ofrece una gran atracción a personas afrodescendientes, ya que no tienen ninguna pega a su inclinación religiosa.

A nivel laboral, vemos que las personas con orígenes africanos aportan un gran porcentaje de fuerza de trabajo.  En el año 2015,  había un 87% de los afrodescendientes activos económicamente y un 13% sin empleo. A nivel de distribución de empleos, los afrodescendientes controlan más el mercado de agricultura y manufactura, mientras que son una minoría en el sector de servicios. Como normal general, se observa que en la presencia de trabajadores afrodescendientes es mayor en las profesiones poco menos cualificadas, lo que apoyaría las tesis de un menor acceso a la educación.