VOLVER

Cabo Verde: abierto a la diversidad

Cabo Verde es un país abierto, famoso por su hospitalidad. Es un lugar de mestizaje cultural por donde han pasado multitud de pueblos, desde los africanos —muy a su pesar, obligados por esa infamia que fue la esclavitud—, los noreuropeos y norteamericanos —comerciantes de carbón o a la caza de la ballena— o los sureuropeos —la metrópoli portuguesa. Cada uno de ellos dejó su poso cultural con los que, mezclándolos, los caboverdianos construyeron su personalidad: abierta y multicultural.

Cabo Verde es el país africano más tolerante hacia los homosexuales: el 74% de los caboverdianos frente a algunos de sus vecinos como Senegal (3%) o Guinea (4%)

afrobarometer

Esta facilidad para asimilar lo diferente se manifiesta también en el campo de la diversidad sexual y de género. Según datos del Afrobarometer de 2015, Cabo Verde es el país africano más tolerante hacia los homosexuales: preguntados por si les gustaría o tolerarían convivir con homosexuales en sus comunidades, el 74% de los caboverdianos responden afirmativamente —seguidos de cerca por el 67% de los sudafricanos y el 56% de los mozambiqueños. Los niveles de aceptación de la homosexualidad de Cabo Verde, que se acercan a los de países como Italia o Argentina, contrastan con los de algunos de sus vecinos más próximos, como Senegal (3%) o Guinea (4%), ambos en el farolillo de cola.

elvis

Para muchos, esta apertura también esta relacionada con otro de los elementos definitorios de la esencia caboverdiana: el Carnaval. «El Carnaval es una época en la que las estratificaciones sociales se rompen: los ricos y los pobres, los heteros y los homosexuales, los blanco y los negros; todos se juntan formando un único cuerpo en pro del espectáculo y de la fiesta», comenta Elvis Tolentino Leite, presidente de la asociación Arco Iris Cabo Verde. «Es un momento en el que no existen barreras ni prejuicios y en el que deseamos que eso se extienda al resto del año para poder, así, alcanzar la igualdad legal y social para todos y todas en Cabo Verde».

Fue también el Carnaval el momento elegido por Tchinda Andrade para salir del armario en 1998. «Fui la primera», declaraba en una entrevista a Vice. Durante uno de los desfiles, entonces separados en blocos masculinos y femeninos, Tchinda, una mujer transgénero, desfiló en los grupos femeninos vestida de mujer. Luego vino la atención de la prensa local y la fama, hasta el punto de que, en un país no acostumbrado a realidades diferentes a la cisgénero, tchinda quedó como apelativo afectivo con el que referirse a los trans: as tchindas. La visibilidad trajo comprensión —aunque también les ganó alguna agresión— y en 2004 Cabo Verde descriminalizó la homosexualidad.

Esta comunión entre Carnaval y mundo LGTBI quedó plasmada en un reconocido documental, Tchindas, dirigido en 2015 por los españoles Pablo García Pérez de Lara y Marc Serena, que ha puesto el foco en el ambiente de tolerancia hacia las personas LGTBI en Cabo Verde. La lucha por la visibilidad ha sido vital según Elvis Tolentino Leite quien es, además, otro de los protagonistas del documental: «la exposición ha permitido dar una imagen positiva del colectivo LGBTI en Cabo Verde». «Esa visibilidad ha servido», por encima de todo según Elvis, «para que cada vez más personas LGTBI tengan el coraje necesario para salir del armario, sin miedos, sin recelos de la sociedad; para que los preconceptos sean desmitificados y para conocer el nivel de aceptación de la sociedad hacia el movimiento LGTBI y el camino que queda por recorrer».

lgtbi 

La necesidad de dar visibilidad al colectivo era algo que Elvis ya tenía claro antes del documental. Es por ello que, inspirado por la experiencia de un amigo en Italia y con la ayuda de la española Fundación Triángulo, comenzó a organizar el Orgullo LGTBI de Mindelo en 2013 —el segundo que se pudo celebrar en todo el continente africano, después del de Sudáfrica, y el primero en África Occidental: «quería organizar la manifestación, pero de una forma diferente. Que fuese una semana donde hubiera formaciones, charlas, cine y exposiciones sobre temática LGTBI que hicieran que la gente entendiera este mundo y que les convencieran para participar en la manifestación».

La acogida del evento fue sorprendentemente buena. Atrajo la curiosidad de la gente y de los medios de comunicación nacionales e internacionales y ayudó a concienciar a la sociedad civil que, según los organizadores, ha estado de su lado, a pesar de algunos episodios de manifestaciones de homofobia y transfobia.

Tal fue el éxito del Orgullo de Mindelo, que desde 2016 ha sido replicado en Praia, capital del país y más conservadora que la ciudad cuna del Carnaval. Xaya Fortes, una de sus organizadoras, quería contribuir a crear una sociedad más abierta a la diversidad para ayudar a sus amigos LGTBI a realizarse. La mezcla entre evento festivo y reivindicativo del Orgullo le pareció perfecta: «organizar el primer Orgullo de Praia fue para mí un honor. Nunca pensé poder tener tanto impacto en la vida de las personas. Sentí que estaba haciendo una de las cosas más grandes de la vida: luchar por el derecho humano a expresarse como uno mismo».

«Se necesita coraje y, sobre todo, sentirse muy orgulloso de quién eres»

Aunque Cabo Verde sea un paraíso para gais, lesbianas, bisexuales y transgénero en comparación con otros países del continente africano, todavía queda mucho que avanzar en la equiparación de sus derecho con los del resto de la población. Como desgrana Elvis, «no existen políticas públicas de salud para las personas transgénero, como el tratamiento hormonal o la asistencia psicológica; el acceso al empleo se restringe para los LGTBI, que cargan todavía el estigma social; no existe una política educativa contra el matonismo escolar, lo que provoca un gran número de abandonos hasta el punto de que la mayoría de las personas LGTBI en Cabo Verde no terminan la educación secundaria; y, por supuesto, el derecho a casarse con la persona que amas y el acceso a la adopción para todos».

grupo

Un tejido asociativo empieza a surgir en el país para demandar esos derechos, como la Associação Gay Caboverdiana, la Associação LGBT da Praia o la Asociación Arco Iris que preside Elvis. «Tenemos relaciones con otras asociaciones que trabajan en temas de salud y de Derechos Humanos pero, con las instituciones del Estado, el contacto ha sido escaso por no decir nulo», comenta Elvis, «estamos trabajando para que esa relación exista y podamos así trasladar las necesidades del colectivo». Además, «la financiación es nuestro reto principal: dependemos al 100% de las ayudas externas y buscamos constantemente nuevos socios y patrocinadores».

A nivel internacional, la asociación Arco Iris trabaja con la española Fundación Triángulo y también con activistas canarios, entre los que cita a Alfredo Pazmiño. Sin embargo, la interacción con la comunidad LGTBI africana se limita a la PAI (Asociación Internacional de Gais, Lesbianas, Bisexuales, Trans e Intersexuales Panafricana), aunque buscan activamente alianzas en otros países de la región, como Ghana.

Ante el éxito relativo del movimiento en Cabo Verde comparado con el resto del continente—sin pasar por alto las situaciones de discriminación y falta de garantías a sus derechos que todavía persisten en el archipiélago—, la pregunta se antoja obvia: ¿cómo liderar la lucha por el reconocimiento de la realidad LGTBI en los países africanos?

«Las relaciones con el resto de África comenzaron hace bien poco y necesitamos conocer mejor las necesidades del colectivo en otros países para ofrecerles colaboración». «No me atrevo a responder», remata, «pero lo que sí que puedo decir es que será necesario coraje y, sobre todo, sentirse muy orgulloso de quién eres».

Autor: Alejandro Dorado Nájera. @DoradoAlex

Fotos: Elvis Tolentino Leite.