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España, país africano

España es un país africano: una comunidad autónoma —Canarias— y dos ciudades autónomas —Ceuta y Melilla— están en África; el resto del país, a apenas unos kilómetros. Sin embargo, España ignora a África. Al menos hasta ahora.

España ha vivido de espaldas a África, especialmente del África Subsahariana. De ella solo oímos hablar a colación de alguna desgracia, desastre o calamidad. La cobertura informativa del continente, centrada en inmigración clandestina, terrorismo, inestabilidad política y social, pobreza y hambre, funciona a modo de venda en los ojos de la sociedad española, que no deja ver la realidad de la región: un espacio dinámico, complejo, rico en oportunidades, con unas sociedades y culturas vibrantes.

La primera gran apuesta española por África se dio durante la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero al frente del gobierno español, que elaboró el denominado Plan África I (2006-2008). En ese periodo se inauguraron numerosas oficinas de cooperación al desarrollo (OTC) y embajadas —sobre todo en el Sáhel, como parte de la apuesta por el control de la inmigración clandestina en origen— y se invirtió en cooperación y ayuda al desarrollo —si entre los años 2001 y 2004 se destinaron a este continente 150 millones de euros de media anual, solo en 2007 fueron 1 190 millones, casi el 40% de la ayuda oficial al desarrollo española según la OCDE.

África es un espacio dinámico, complejo, rico en oportunidades y con unas sociedades y culturas vibrantes 

Hoy en día, España cuenta con representación diplomática al más alto nivel en 28 de los 55 Estados del continente pero, tras el impulso de ese primer Plan África, la Gran Recesión truncó las perspectivas del Plan África II (2009-2012) y supuso un repliegue en las ambiciones españolas por incrementar su intercambio y presencia en el continente. Para muestra, un botón: la ayuda oficial al desarrollo, que creció hasta el 0,46% de la renta nacional bruta (RNB) en 2009 —lejos aún del compromiso del 0,7%—, llegó a bajar al 0,12% en 2015, para recuperarse hasta el 0,33% de las últimas estadísticas correspondientes a 2016.

En el terreno económico, la presencia de empresas españolas en África se ha ido extendiendo, aunque no al mismo ritmo, ni por las mismas geografías por las que lo hizo nuestra diplomacia.

África es el continente del futuro; un mercado de 1 300 millones de personas. Las previsiones apuntan a que el 28% del comercio africano será intracontinental en 2021, un negocio de 35 000 millones de euros. Según EY, aunque en muchos aspectos África se encuentre hoy en el estadio de desarrollo económico de los países del este asiático en los años setenta del siglo pasado, para 2030 el continente habrá alcanzado los niveles de ingresos per cápita de los que esas economías disfrutan en la actualidad.

 

 El turismo es una industria llena de oportunidades en África a cuya expansión la experiencia española puede colaborar. Playa en el archipiélago de Bazarutos, Inhambane, Mozambique (Foto: Alejandro Dorado Nájera).

Actualmente, las exportaciones españolas hacia África suponen, según datos del ICEX, un 6,4% del volumen total [datos de enero a septiembre de 2017], siendo la cuarta región en importancia por detrás de la UE (65,9), resto de Europa (13,3%) y Asia (9,2%), y por delante de Latinoamérica (5,5%), Norteamérica (5,1%) u Oceanía (0,7%). Aunque atendiendo a esos datos pudiera parece que España está bien implantada en el continente, la presencia española está muy concentrada en los países del Magreb, concretamente en Marruecos (2,9% del volumen total  de exportaciones y 45,3% de las africanas) y en Argelia (1% del total, 15,6% de las africanas). El volumen restante, 2,5% del total y 39,1% de las exportaciones africanas, se lo reparten los otros 53 Estados del continente.

En cuanto a la inversión española en África, las cifras son aún más expresivas y el continente recibió únicamente el 0,06% de los flujos de inversión bruta de enero a junio de 2017 (más de un 66% concentrados en Egipto). La UE, mientras tanto, recibió el 55,35% de estos flujos, por 24,57% de América del Norte, 11,95% de Latinoamérica o 4,95% de la región Asia-Pacífico.

Además de en la dimensión económica, en la dimensión blanda y militar España tampoco puntúa alto en África: según el Índice de Presencia Global del Real Instituto Elcano, la presencia global española en África Subsahariana es mínima y solo explica el 3% del total, frente al 61% de Europa, el 14% de Latinoamérica o el 7% de Magreb y Oriente Medio. 

África recibió únicamente el 0,06% de los flujos de inversión bruta española de enero a junio de 2017

El nicho de mercado y las posibilidades de crecimiento en sectores para los que África necesita una experiencia y excelencia con las que España cuenta, como la construcción, las infraestructuras, las nuevas tecnologías, la agricultura y la ganadería, el turismo o las finanzas, es evidente. Con la llegada de Alfonso Dastis al Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, parece que la atención de la diplomacia española está volviendo a centrarse en África, como declaró el mismo ministro en Costa de Marfil: «Queremos dedicar toda la atención y los medios posibles para dinamizar la relación con África, que es un continente de futuro».

Según el ministro, «la política exterior no la hacen sólo los gobiernos. Hay que involucrar al sector privado y en España el sector privado y la sociedad miran mucho a África». Es por ello que su departamento prepara un nuevo Plan África, que estará listo a finales de 2017, y en el que el sector privado tendrá un protagonismo compartido.

«Queremos dedicar toda la atención y los medios posibles para dinamizar la relación con África, que es un continente de futuro»: Alfonso Dastis, Ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación de España

 CAMION

África necesitará invertir masivamente en infraestructuras para mejorar el transporte y en comercio intracontinental en los próximos años. Camión de mercancías en la República de Guinea, a las afueras de Conakry (Foto: Alejandro Dorado Nájera).

Otra muestra del peso que África está adquiriendo en las prioridades de la diplomacia española es la reciente y muy necesaria creación de la Dirección General para África dentro del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación, para la que se ha contado con el experimentado diplomático Raimundo Robredo Rubio como director general. 

También lo son la reciente gira del ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación por África Subsahariana o algunas iniciativas concretas, como la condonación de la deuda del Reino de España a Costa de Marfil: más de 100 millones de euros que de los cuales alrededor de 50 serán destinados a un fondo que financiará proyectos de desarrollo en los sectores del agua y de la energía. Para el embajador español en Costa de Marfil, Luis Prados Covarrubias, «las relaciones bilaterales entre España y Costa de Marfil se han intensificado considerablemente desde 2013, cuando ya el gobierno español condonó deuda marfileña por un valor de más de 172 millones de euros» y las relaciones comerciales han pasado de 335 millones de euros à 617 en cinco años; cifras modestas, pero cuyo aumento muestran clara prueba del creciente interés mutuo.

España ha condonado más de 100 millones de euros a Costa de Marfil de los cuales, alrededor de 50 serán destinados a un fondo que financiará proyectos de desarrollo en los sectores de agua y energía

Precisamente este país, Costa de Marfil, acoge a finales de noviembre de 2017 la Vº Cumbre Unión Africana – Unión Europea. Esta cita supone un éxito diplomático para el presidente Alassan Ouattara y una oportunidad para mostrar los avances del país y el continente en un momento en el que la estabilidad se ha convertido en la tónica habitual en la mayoría de los países de la región, pese a retos persistentes como la lucha contra la corrupción o la dependencia africana de la explotación de materias primas. Como recuerda el embajador marfileño en España, Charles Darius Atchimon, «África se encuentra en segunda posición, tras Asia, en dinamismo económico, una variable en la que Costa de Marfil mejora día a día, como muestra que el país se encuentre entre los 10 más atractivos del mundo para la inversión según el Doing Business Report del Banco Mundial».  Para el embajador, «Costa de Marfil está poniendo en marcha grandes proyectos vertebradores en campos como las infraestructuras, la sanidad, la educación o el agua y saneamiento». 

Su país es muestra de la necesidad de concebir el desarrollo africano, desde Europa y desde España, como lo que es: una enorme oportunidad para crecer juntos en beneficio de las sociedades de ambos lados del Mediterráneo.

Autoría y fotografía: Alejandro Dorado Nájera. @DoradoAlex